12.9.14

Lunática


Mientras más se paseaba por la orilla de un lago invernal, menos le cuadraba su reflejo. Sin boca, sin nuez, con alma o sin ella. Sólo su sombra podía serle fiel ahora que descubría que no era su reflejo lo que veía: era la Luna. Y desde entonces, en un pequeño manicomio blanco, la llaman lunática.

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